martes, 18 de noviembre de 2008

Las mujeres que mendigan amor.


Cuánto dolor me da ver tantas mujeres que mendigan el amor y las atenciones de los hombres.
Su autoestima está tan lastimada que se rinden a la más mínima insinuación, creyéndoles cualquier cosa.

Total, aunque saben que no hay compromiso ni lazos de ninguna clase, no les importa mucho porque son los únicos momentos donde se sienten valoradas, aunque sea una fantasía.

Los hombres inescrupulosos, arropados de egoísmo, saben que hay muchas sintiéndose así; salen a buscarlas por darse un gusto y no les importan las consecuencias. Hay una intención satánica detrás de todo esto.

¿A qué responde esta ola de asesinatos de mujeres que oímos en las noticias a diario? ¿Por qué se multiplica, cada vez más, la agresividad contra la mujer? Las leyes de protección por la violencia doméstica no han logrado evitar esta avalancha incontrolable de destrucción.


Todos los hombres entrevistados después de haber cometido las atrocidades contra sus compañeras declaran que las amaban.

No hay duda de que la mujer está en medio de una guerra espiritual, emocional y física, sin precedentes.

Definitivamente, la sociedad, cada vez más alejada de la figura de Dios le está otorgando a Satanás toda la libertad y la oportunidad de diseminar el virus. Esta epidemia solo la detiene el Espíritu Santo cuando está en control del corazón de los hombres.

Cuando Jesucristo habita en el corazón de un hombre esculpe una nueva ley, unos nuevos principios. Él cambia el corazón de piedra dañado por el pecado y lo torna en un corazón de carne; lo hace sensible a Su Palabra y a todas las cosas hermosas creadas por Dios; sobre todo, hacia la mujer.

El Espíritu Santo te abre los ojos para que te deleites en ella tanto como Dios, cuando la creó para ti. Proverbios 5.18 Dice:

“Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”.

¡Que interesante, que los homosexuales parecen ser los únicos que le dan un lugar especial de “honra” a la mujer! La glorifican por su belleza. Tienen una visión de glamour de ellas, como si fueran diosas.

Se dedican a arreglarlas, vestirlas, maquillarlas y hasta parecen idolatrarlas. Las admiran tanto que quisieran imitarlas.

Sin embargo, no intiman con ellas. En otras palabras: “te admiro, pero no te me acerques demasiado. No puedo amarte; no puedo hacerme uno contigo; prefiero mi propio sexo, prefiero a los hombres”.

Es raro; como si fuera admiración y repudio a la vez; un extraño amor y odio al mismo tiempo. Bueno, esto es característico de Lucifer: nos admira, pero a la vez, nos envidia y odia por el lugar que Dios nos dio.

Tomado del libro: La mujer, el sello de la creación
Autor: Rey F. Matos.

1 comentario:

  1. La violencia contra la mujer es uno de los peores problemas que enfrenta la sociedad, principalmente en latinoamérica, donde el machismo es evidente en todos los lugares.

    Tenemos que saber que tenemos valor ante los ojos de Dios como personas y creación que somos y no necesitamos basar nuestra autoimagen en lo que un hombre nos pueda decir o dar.

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