viernes, 14 de noviembre de 2008

La carrera


La carrera
Lectura: II Samuel 18:19-33: Hebreos 12:1-2

(II Timoteo 2:5) Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.

En el año 490 a.C. el corredor adiestrado ateniense Feidipides salió de la ciudad de Maratón en dirección de la metrópoli de Esparta. Su misión era de reclutar ayuda para combatir el ejercitó invasor de los persas. A pesar del hecho de que no pudo alistar tropas de Esparta, los atenienses derrotaron las fuerzas persas.

Para llevar las buenas noticias de la gran victoria, Feidipides nuevamente corrió de vuelta a Atenas; una distancia de alrededor de cuarenta y dos kilómetros. Este evento fue la inspiración de las carreras que conocemos el día de hoy como los maratones que, por cierto, se hacen para conmemorar la proeza de Feidipides.

La Biblia habla de otro tipo de Maratón que ocurrió en el libro de II Samuel 18. Absalón, hijo de David, se había sublevado en contra su padre para usurpar el trono. Su ejercito fue rotundamente vencido y Absalón fue muerto en la batalla. Dos hombres corrieron para llevar las noticias de la victoria al rey. Uno fue enviado y debidamente comisionado con la información completa y el otro fue por su propia cuenta.

Ahimaas, hijo de Sadoc (el auto designado) era famoso por la velocidad con que corría (2 S. 18.27). Con Jonatán, hijo de Abiatar, actuó como mensajero de los aliados secretos de David en Jerusalén durante la rebelión de Absalón (2 S. 15.27, 36), y pudo evitar ser capturado en Rogel porque se escondió en un pozo (2 S. 17.17–21). No obstante, en este caso, no corrió legítimamente.

Él llegó primero pero su llegada desilusionó al rey y fue marginado. Porque aparte de no ser enviado con la autoridad para llevar el mensaje, estaba mal informado y no tenía la misiva completa. El hecho de que no corrió la carrera completa era espiritualmente indicativo del mensaje que llevaba. Por el otro lado el etíope, recibió el mensaje completo y corrió la carrera completa y legítimamente. Su comunicación llegó al corazón del rey.

Nosotros hemos sido comisionados para llevar el mensaje y tenemos una carrera para correr y un mensaje para llevar al mundo. La tentación más grande es tomar la vía corta y no correr todo el sendero que Cristo ha marcado y transitado delante de nosotros. Si no nos preparamos para aprender el mensaje completo y no corremos legítimamente, nuestro evangelio nunca llegará al corazón de la gente. Como Ahimaas, seremos puestos a un lado.

NUESTRO MENSAJE ES SOBRE LO QUE PASÓ AL HIJO DEL REY

(Hechos 20:24) Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

Hno. Prince Parker

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