jueves, 23 de abril de 2009

¿Amigo o conocido de Dios?


El diccionario define “conocido” a aquel a quien se ve ocasionalmente, y que no es tan cercano como un amigo.

A un amigo lo define como aquel que tiene una relación afectiva con dos o más personas y Oración la define como un elemento más de la comunicación.

Orar es hablar y a nivel espiritual la oración es comunicarse con alguien a quien no ves pero en quien crees. La oración viene del corazón humano que cree en Dios y de ello depende tu amistad con él o tu simple conocer de oídas sobre él.

Cuando se tiene comunicación permanente con Dios no sólo se fortalecen tus lazos con él a través de una de las prácticas más antiguas de la humanidad que es la oración y la lectura de la palabra (biblia), sino que además no estás perdiendo el tiempo que bien aprovechado puede traerte bendiciones y no complicaciones.

Muchos a veces se preocupan más por estar rodeados de gente, por estar a la moda, por la televisión, por el vecino y sus logros o por el sitio IN del momento entre otras cosas que no quitan ni ponen en la vida misma grandes beneficios, y descuidan o ignoran completamente una relación fortalecida con Dios. En otras palabras no se aprovecha el tiempo en cosas que edifiquen sino que se cae en la murmuración, crítica, envidias, enredos etc dejando de lado lo realmente importante.

Orar es darle licencia a Dios en lo espiritual para que actúe en lo terrenal y por ello la oración tiene un poder sobrenatural. Hay cosas que no se ven, pero están ahí y detienen tus bendiciones. La vida devocional (tiempo diario que apartas para Dios) es la que fortalece tu comunión con Dios y eso se logra a través de la oración.

Dios pide, que confíes y hables con él de forma constante. Que lo tengas en cuenta para tus cosas y no te desahogues más con el amigo, que en su condición humana puede defraudarte en un momento dado.

Salmos 118:8 “Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre”

Salmo 55: 12-13 “porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado, ni se alzó contra mí el que me aborrecía porque me hubiera ocultado de él, sino tú, al parecer intimo mío mi guía y mi familiar, que juntos comunicábamos dulcemente los secretos y andábamos en amistad en la casa de Dios”.

“Se reservado para Dios”.

Autor: Paula A. Vega

fuente: http://levantatusmanos.blogspot.com/





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