lunes, 25 de agosto de 2008

El agua de la amargura


Lectura: Ester 3:1-6; I Pedro 2:21-25

(Santiago 3:14-16) Pero si tenéis celos amargos y ambición personal en vuestro corazón, no seáis arrogantes y así mintáis contra la verdad. Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica. Porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala.


Que tremenda era la victoria que Dios apenas les había dado. Verdaderamente el Dios de su padre Abraham era el único Dios y había comprobado tajantemente que estaba con ellos. Había cánticos nuevos de victoria y danzas. Pero pronto se bajó la euforia porque por tres días no habían encontrado agua y ahora que la encontraron, era agua amarga. Pero bajo la instrucción del Espíritu Santo, Moisés corta cierto árbol y lo echó en el agua y se sanaron.

Lo que pasó aquí es un vivo ejemplo a lo que nos hace la falta de perdón, pero también nos indica el remedio. La primera cosa que pasó con las aguas amargas era que pronto se olvidaron de la bendición de la victoria que había vivido y de la seguridad de que Dios, sí, estaba con ellos. La solución se encuentra en el madero que echaron en el agua o sea, en la cruz. I Pedro 2:24 dice, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.”

El agua no es solamente la bebida preferida de los moribundos, es la esencia de la vida física. Pero la Biblia habla también del “agua de amargura que trae maldición” (Números 5:19-27). Este es un asunto despreciable que nace del egoísmo y los celos irracionales. El egoísmo te llevará a los celos, los celos a la amargura y la amargura siempre te lleva a la ruina. Este termino, “agua de amargura ”, me llama la atención porque cuando la Biblia habla de “agua” habla de algo que es el sostén, fuente o propósito de la vida. Cuando la amargura es tu agua, siempre trae maldición.

Aplicando esta verdad a nuestras vidas, cuando el rencor toma raíz en nosotros, llega de ser nuestro propósito y motivación en la vida. Parece que su vida gira en torno de su causa y no progresas más allá de ella. Cristo dijo, “si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros.” (Mateo 6:14)

Todo esto podemos ver manifestado en la vida de Amán, el enemigo de los judíos en el libro de Ester. Su animadversión llagó al punto de un rancio racismo. Podemos ver en él un claro ejemplo de como la amargura destruye el gozo de todo lo demás que podríamos tener en la vida. En Ester 5:9-13. Después de haber contado a su esposa y amigos de todos sus bienes, dijo éstas palabras clásicas, “Sin embargo nada de esto me satisface mientras vea al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey.” (Ester 5:13)

Si llevamos todos nuestros pesares, cargas, pecados y aflicciones a la cruz, nuestras aguas amargas podrán ser cambiadas en aguas dulces. I Pedro 5:7 dice, “echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros.”


EL AMOR SIEMPRE NOS TRAE LA PAZ Y LA PAZ ES SUPERIOR AL RENCOR.

(Romanos 12:18) Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres.

Hno. Prince Parker

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