sábado, 9 de enero de 2010

El mito del “tiempo para mí”

Escuché una vez al anfitrión de un “talk show” decir un argumento muy convincente del porqué las mamás necesitan tomar tiempo para sí mismas. Él decía que las madres dan y dan al punto de vaciarse. Entonces deben “re-cargarse” para poder seguir dando. A mí me pareció bastante razonable. Sin embargo comencé a cuestionarme ¿porqué en mi búsqueda de tener este “tiempo para mí” siempre terminaba sintiendo como que nunca era suficiente y siempre necesitaba más?
Mientras estaba en mi “tiempo libre” definitivamente me sentía renovada, pero en el momento en que llegaba a casa y me daba cuenta de que el fregadero aún seguía lleno de trastes sucios y que además todavía tenía que bañar a los niños antes de poder decir que el día había terminado, sentía ganas de dar media vuelta y volverme a salir.
Esto me dejaba sintiendo lástima de mi misma y lamentándome. ¿Por qué no podía tener una noche en que no tuviera que hacer las mismas cosas que hago TODAS las noches? ¿Por qué no podía llegar a una casa impecable y sin problemas en donde los trastes estuvieran limpios y los niños estuvieran ya durmiendo? ¿Por qué tenía que regresar a mis deberes tan pronto? Para castigar a aquellos quienes me hacían la vida difícil, lavaba los trastes con brusquedad mientras se golpeaban unos con otros haciendo ruido, entonces respondía a todos de manera cortante y los apuraba para poder acostar a los niños y entonces escapar a mi cuarto de costura o a la computadora por el tiempo que restaba de mi día.

A la mañana siguiente, sintiéndome insatisfecha con la cantidad de “tiempo para mí” que había tenido la tarde anterior, me servía mi café, me sentaba en la computadora e ignoraba completamente mis deberes diarios. Me irritaba con los niños porque sus “numeritos” estaban invadiendo MI tiempo. Estaba estresada, impaciente y desesperada. Mis hijos me decían: ¡mamá! Y yo respondía…”…no se encuentra en este momento”.Entonces comencé a quedarme despierta hasta tarde para poder así tener un poco más de tiempo a solas. Tenía pavor de irme a dormir, porque eso significaba que al día siguiente despertaría sólo para atender a las necesidades de los niños y el desastre de una casa.

Comencé a sentirme cada vez más molesta por ver que mi esposo podía salir de su trabajo mientras que el mío nunca terminaba, además él tenía comidas y viajes de negocios ¡yo no! Para compensar lo que yo consideraba una INJUSTICIA, decidí no hacer nada durante los fines de semana: nada de lavar ropa, trastes, nada de ser mamá. Pronto mis fines de semana se convirtieron en una acumulación de trabajo para el resto de la semana. Todo esto solo sirvió para abrumarme cada vez más y alimentar mi deseo de escapar.En un momento de claridad, de esos que solo el Señor puede darnos, vi lo que mi comportamiento estaba siendo verdaderamente: egoísmo. Junto con esta revelación vino también la convicción de dejar de buscar “tiempo para mí”.
El “tiempo para mí” es un mito. Es una mentira de la psicología, un “estado ideal” inalcanzable y lleno de interrupciones. El “tiempo para mí”, por propia definición, sugiere que esa persona quien soy durante mi rutina diaria no es en realidad la persona que soy. Nos incita a buscar satisfacción fuera de los títulos de “esposa” y “madre”. Acusa a nuestros preciosos pequeños y al esposo que Dios nos ha dado de anularnos. Reduce la maternidad a una enfermedad en la que esas pequeñas caritas sucias y la monotonía de la rutina diaria lentamente nos succionan la vida. Nos dice que nunca podremos sentirnos renovadas mientras estemos en la presencia de aquellos a quienes cuidamos durante el día y la noche. Señala un hueco en nuestro mundo que necesita ser llenado, un tanque que debe ser recargado con gasolina, un monstruo que nos tragará si no lo alimentamos con algo de “tiempo para mí”.

Entre más lugar damos a este pensamiento de que merecemos este tiempo para nosotras, más lo buscamos. Entre más lo buscamos, más breve nos parece cada vez que lo tenemos. La vida diaria de ser madre se convertirá en un trabajo de servicio doméstico, donde nosotras somos las empleadas. Huiremos de cada aspecto de este papel. Nos cerraremos a nuestros hijos cada vez que ellos intenten invadir nuestro valioso tiempo a solas. El no tener este tiempo arruinará nuestro día, y si logramos tener algo de él, ¡solo estaremos deseando volver a tenerlo!

Sin embargo, en cualquier mentira, hay una cierta cantidad de verdad escondida. Yo tenía la necesidad de ser llenada, pero presta atención: solo Dios puede llenarnos y darnos lo que verdaderamente necesitamos.
21 Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.
22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. 23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.
25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Lamentaciones 3:24-25
Dejé de ver mi vida como si ser madre y esposa fuera un trabajo que termina al llegar la tarde y “cerrar el negocio”. Dejé de quejarme y comencé a vivir. Ahora busco formas para poder hacer de mis tareas diarias algo que disfruto, haciéndolas con gozo, como para el Señor.
23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; Colosenses 3:23

Estoy deleitándome en la belleza de mis hijos, tomándome el tiempo para verlos a los ojos, tomar sus manos y ser su mamá. Ahora estoy escuchando más y hablando menos. Estoy trabajando en supervisarme a mí misma para detectar cada vez que comienzo a sentirme desalentada o sobresaturada, buscando a Dios inmediatamente para renovarme y guardarme de pecar. Estoy encontrando contentamiento en servir a otros. Estoy comenzando a disfrutar el tiempo que paso con mis hijos simplemente siendo su mamá.
El tiempo que pasamos lejos de nuestra familia debe ser usado buscándole a Él, meditando en su palabra. Cualquier otra cosa que intentemos usar para llenar ese vacío será miserablemente pequeño.
13 Con Dios está la sabiduría y el poder;
Suyo es el consejo y la inteligencia. Job 12:13
13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. Isaías 41:13
8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Josué 1:8
Asimismo, la compañía que busquemos durante este tiempo deberá ser de personas quienes nos ayuden a fortalecernos y ser edificadas en nuestro papel como esposa y madre, no para debilitar la base de nuestro hogar. A través del consejo de quienes nos alientan a buscar nuestra propia satisfacción, solo lograremos llenarnos de resentimiento.
Siempre habrá días en que tendremos la oportunidad de hacer cosas a solas o con otras mujeres, pero si tenemos contentamiento en el papel que Dios nos ha dado, entonces ya no nos aferraremos a esos momentos como la única forma de mantener nuestra salud mental. Nuestra necesidad de “tiempo para mí” se irá desvaneciendo al ir viendo la maternidad como una bendición de la que no desearemos escapar, sino abrazar con gozo.
12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría. Salmos 90:12
Amy Roberts y su esposo Ty educan a sus hijos en el hogar y son padres de 6 niños. En febrero del 2008 su pequeña bebé Emily falleció a la edad de 7 meses, haciendo palpable la verdad de que el tiempo con nuestros hijos es demasiado corto para desperdiciarlo buscando nuestro tiempo a solas.
Amy Roberts
universocristiano.com